martes, 13 de mayo de 2008

HARUKI MURAKAMI: KAFKA EN LA ORILLA, 20 FRASES

MURAKAMI: KAFKA EN LA ORILLA. 20 FRASES PARA MEMORIZAR

Para memorizar o, si cierto tipo de cosas no entran en su tipo de “vida-mecánica-lunesaviernes-y a dormir”, olvidar e incluso anatemizar. Pero si usted es uno de i nostri, ponga su scannermania a funcionar y tabléese a fagocitación-deleite estas veinte “profundidades” que desliza buddy Haruki Murakami en su ya clásico Umibe no Kafuka.

Por descontado, que todo cuánto aquí decimos es desde la ínclita traducción de Lourdes Porta (we love you, I love you... señores Tusquets, merci). Bravo por todos estos japanespañoles!!


Ok, allá van.


1. No es fácil convertirse en otra persona. Pero sí tomar un nombre distinto. Pág. 47
2. Mi sueño es inestable. Mi cuerpo reclama un sueño profundo, mi mente se lo niega. Y yo oscilo entre ambos como un péndulo. Pág. 304
3. Pero la policía, la policía y cualquier otra persona, no te exigirá responsabilidades poéticas. Pág. 258
4. ¡Gracias! –dijo Okawa [un gato]-. Te debo una. ¿Quieres que te lama en alguna parte?. Pág. 157
5. Sólo con que tuviéramos dinero, ya seríamos ricos. Pág. 466
6. La Tierra va rotando sobre su eje. Y, sin ninguna relación con ello, todos nosotros vivimos dentro de un sueño. Pág. 374
7. No se debe matar a nadie sin tener una razón. Pág. 243
8. Experimento una vez más la importancia que tiene para el ser humano la luz del sol. La violenta sensación de soledad y de impotencia que me provocó la visión de aquel incontable número de estrellas ya se ha borrado de mi corazón. Pág. 177
9. Me daba igual un soldado chino, que uno ruso o que uno americano. Yo no quería trincharle las tripas a nadie.Pero vivíamos en un mundo así. Pág. 519
10. Y nosotros, en consecuencia vamos intercambiándonos, el uno al otro, el yo y el objeto, nos proyectamos el uno en el otro y establecemos la conciencia del yo. De una manera activa. Dicho de una manera fácil de entender. Pág. 345
11. A decir verdad, nadie puede comprender el violento pathos que, en su fuero interno, escondía Haydn. Pág. 408
12. En realidad, yo no tomo ninguna decisión. Porque no tengo posibilidad de elegir. Me bajo los boxers, el pene se yergue liberado. Pág. 461
13. Es horrible no acumular más que conocimientos superficiales. ¿Ve usted la televisión? Pág. 110
14. Yo aún no conozco la diferencia entre no ser una persona ordinaria y ser una persona singular. Pero me da la sensación de que es mejor no seguir preguntando. Pág. 140
15. Un recuerdo es algo que te caldea el cuerpo por dentro, pero que, al mismo tiempo, te desgarra por dentro con violencia. Pág. 488
16. Mi vida acabó a los veinte años. Después no fue más que un eterno epílogo. Un largo y tortuoso corredor que no llevaba a ninguna parte. Pág. 490
17. Un encuentro casual es algo muy valioso para los sentimientos de los seres humanos. En cuatro palabras, claro. Pág. 35
18. Cuando tú estás frente a mí, eres parte de mí. Pág. 550
19. En cierto sentido, te haces amigo de la muerte, empiezas a poder hablar con ella con el corazón en la mano. Pág. 576
20. Pero hacemos cuanto podemos. Fíjense en lo que hemos conseguido y menos en lo que no hemos podido conseguir. ¿Acaso no reside en esto la justicia?. Pág. 226


Bueno, pues ya está. Podría haber extrapolado decenas de frases y sentencias épatantes más, pero valga esta breve muestra.
Kafka en la orilla es una novela/enciclopedia, sin duda. Un tratado de postmodernidad desde Japón y para el mundo, pese a que el término postmoderno disguste a Murakami. Surrealista, hedonista, minimalista, existencialista... con las dosis apropiadas de hard backstage episode cuando es necesario. Una historia (dos historias que convergen) en la que los héroes son confusamente sacralizados y dónde la clave final que Oshima lanza al adolescente perdido, es sólo un apunte de esos laberintos que vivimos cotidianamente: ‘El mundo es una metáfora, Kafka Tamura’.

Todavía no está usted tentado de aprender japonés para sentirse el mismísimo Murakami? Si hablamos de algún escritor que ejerce de escritor en este mundo donde las peculiaridades, localismos y similares ya están descatalogados ese es Haruki Murakami, el hechizante.

El hechizador. Metafóricamente, hablando, claro.

José Pastor