EUGENIO DE ANDRADE. POETA DE ARMONIAS AMATORIAS
Si a algún Pessoa habría de recordar De Andrade es sin duda al Guardador de rebaños Alberto Caeiro. Sincronías con las Odas de Ricardo Reis no serían más que una identidad forzosa, demasiado obvio en aquello del paganismo a lo griego. Poesía pura elevada a su lado más innovador, es decir, a la presencia como entes en sí mismas de las palabras. Palabras cinceladas y depuradas hasta las últimas consecuencias. Si la transparencia como propósito es una de las claves de su poetar, la metamorfosis de imágenes líricas en pasión luminiscente es su playa final. Sea como fuere, cualquier parentesco de los poemas de De Andrade con la mal llamada poesía pura (qué poesía podría ser impura?) no sería más que una ocasional nota al márgen, pero con escaso contenido trascendente.
Eugénio de Andrade se hace fuerte en el sentido y la forma en que sus versos evocan el amor. Etiquetado casi por decreto como poeta del cuerpo y de la luz, esos apelativos no tendrían recorrido sin un análisis en profundidad de su ars poetica como forma obligada y a la postre deseable de su versión del ars amatoria. Diriamos como enunciado y tesis: las poesías de De Andrade instauran como estado más elevado del ser humano el amor. Ante el que cualquier otra vanidad, fortaleza, circunstancia o incluso la misma vida de esos mismos seres humanos no adquiere consistencia ninguna que se le pueda comparar.
Nada podeis contra o amor.
Podeis dar-nos a morte,
a mais vil, isso podeis
-e é tão pouco!
Es su lex. Lex nostálgica…amor triste siempre. Quizá porque el verdadero y sublime amor sea triste y quedo por definición y obligación.
Si Pessoa es el poeta de los conceptos, De Andrade es el poeta de la nostalgia lírica. Si Pessoa es el poeta de la búsqueda para enlazar interior de un hombre con su exterior (rechazando este último, por cierto), De Andrade es el poeta de enlazar las palabras, esas palabras que él advertía que estaban gastadas, con un paraiso perdido pero, en cualquier caso, atemporal. Como adalid desclasado de una épica casi fanática del culto al deseo, los límites de esa hiperbólica voluntad no pueden ser otra cosa que el lirismo exacto (Ostinato rigore) y exquisito de ese verso en una semántica hecha sencilla, hecha quizá casi canto de trovador, con un paladeante recitativo que se puede salmodiar sin temblor de ritmo. Sílaba por sílaba.
Un poeta no es el tema que dice, un poeta no es siquiera el mensaje que proclama. Harto sabemos esto. Entonces qué demonios es un poeta? Quizá la nostalgia que nos trae, la evocación que nos dibuja, el sonido entrañable que su voz nos ofrece. En esto, Eugénio de Andrade vuelve a reconciliarnos con la cadencia armoniosa de las estrofas muy vivas, de la materia íntima que nos llueve, que nos orvalla en todo su esplendor sentimientos. Siempre del lado del eufónico de embellecer, de alguna manera, a poeira do sol.
Diz homem, diz criança, diz estrela.
Repete as sílabas.
Onde a luz é feliz e se demora.
Volta a dizer: homem, mulher, criança.
Onde a beleza é mais nova.
Leer Eugénio de Andrade es aceptar y disfrutar que hemos dado un paso más en el transmitir poesía. Como Pessoa, como Sá-Carneiro, como Pascõaes en definitiva, la antorcha del renacer portugués en literatura adquiere su elocuencia clarísima con el autor de Os amantes sem dinheiro.
Porque, en esta penúltima frontera, siempre desde la sencillez de la persona como hacedor, como esforzado escriba al que no le gustaba escribir, é urgente o amor.
José Pastor
lunes, 27 de octubre de 2008
martes, 13 de mayo de 2008
HARUKI MURAKAMI: KAFKA EN LA ORILLA, 20 FRASES
MURAKAMI: KAFKA EN LA ORILLA. 20 FRASES PARA MEMORIZAR
Para memorizar o, si cierto tipo de cosas no entran en su tipo de “vida-mecánica-lunesaviernes-y a dormir”, olvidar e incluso anatemizar. Pero si usted es uno de i nostri, ponga su scannermania a funcionar y tabléese a fagocitación-deleite estas veinte “profundidades” que desliza buddy Haruki Murakami en su ya clásico Umibe no Kafuka.
Por descontado, que todo cuánto aquí decimos es desde la ínclita traducción de Lourdes Porta (we love you, I love you... señores Tusquets, merci). Bravo por todos estos japanespañoles!!
Ok, allá van.
1. No es fácil convertirse en otra persona. Pero sí tomar un nombre distinto. Pág. 47
2. Mi sueño es inestable. Mi cuerpo reclama un sueño profundo, mi mente se lo niega. Y yo oscilo entre ambos como un péndulo. Pág. 304
3. Pero la policía, la policía y cualquier otra persona, no te exigirá responsabilidades poéticas. Pág. 258
4. ¡Gracias! –dijo Okawa [un gato]-. Te debo una. ¿Quieres que te lama en alguna parte?. Pág. 157
5. Sólo con que tuviéramos dinero, ya seríamos ricos. Pág. 466
6. La Tierra va rotando sobre su eje. Y, sin ninguna relación con ello, todos nosotros vivimos dentro de un sueño. Pág. 374
7. No se debe matar a nadie sin tener una razón. Pág. 243
8. Experimento una vez más la importancia que tiene para el ser humano la luz del sol. La violenta sensación de soledad y de impotencia que me provocó la visión de aquel incontable número de estrellas ya se ha borrado de mi corazón. Pág. 177
9. Me daba igual un soldado chino, que uno ruso o que uno americano. Yo no quería trincharle las tripas a nadie.Pero vivíamos en un mundo así. Pág. 519
10. Y nosotros, en consecuencia vamos intercambiándonos, el uno al otro, el yo y el objeto, nos proyectamos el uno en el otro y establecemos la conciencia del yo. De una manera activa. Dicho de una manera fácil de entender. Pág. 345
11. A decir verdad, nadie puede comprender el violento pathos que, en su fuero interno, escondía Haydn. Pág. 408
12. En realidad, yo no tomo ninguna decisión. Porque no tengo posibilidad de elegir. Me bajo los boxers, el pene se yergue liberado. Pág. 461
13. Es horrible no acumular más que conocimientos superficiales. ¿Ve usted la televisión? Pág. 110
14. Yo aún no conozco la diferencia entre no ser una persona ordinaria y ser una persona singular. Pero me da la sensación de que es mejor no seguir preguntando. Pág. 140
15. Un recuerdo es algo que te caldea el cuerpo por dentro, pero que, al mismo tiempo, te desgarra por dentro con violencia. Pág. 488
16. Mi vida acabó a los veinte años. Después no fue más que un eterno epílogo. Un largo y tortuoso corredor que no llevaba a ninguna parte. Pág. 490
17. Un encuentro casual es algo muy valioso para los sentimientos de los seres humanos. En cuatro palabras, claro. Pág. 35
18. Cuando tú estás frente a mí, eres parte de mí. Pág. 550
19. En cierto sentido, te haces amigo de la muerte, empiezas a poder hablar con ella con el corazón en la mano. Pág. 576
20. Pero hacemos cuanto podemos. Fíjense en lo que hemos conseguido y menos en lo que no hemos podido conseguir. ¿Acaso no reside en esto la justicia?. Pág. 226
Bueno, pues ya está. Podría haber extrapolado decenas de frases y sentencias épatantes más, pero valga esta breve muestra.
Kafka en la orilla es una novela/enciclopedia, sin duda. Un tratado de postmodernidad desde Japón y para el mundo, pese a que el término postmoderno disguste a Murakami. Surrealista, hedonista, minimalista, existencialista... con las dosis apropiadas de hard backstage episode cuando es necesario. Una historia (dos historias que convergen) en la que los héroes son confusamente sacralizados y dónde la clave final que Oshima lanza al adolescente perdido, es sólo un apunte de esos laberintos que vivimos cotidianamente: ‘El mundo es una metáfora, Kafka Tamura’.
Todavía no está usted tentado de aprender japonés para sentirse el mismísimo Murakami? Si hablamos de algún escritor que ejerce de escritor en este mundo donde las peculiaridades, localismos y similares ya están descatalogados ese es Haruki Murakami, el hechizante.
El hechizador. Metafóricamente, hablando, claro.
José Pastor
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MURAKAMI
sábado, 19 de abril de 2008
BORGES, EL MEMORIOSO
BORGES, EL MEMORIOSO
Pensar Borges es pensar que la inteligencia humana sirve para algo, e quindi, que los hombres poseen inteligencia asociada a su propia vida. Imaginación, no menos importante que eso. Describir el pasado como si no hubiera ocurrido y retransmitir el futuro como algo ciertamente muy conocido. No voy a decir que se intente demostrar ningún aserto, Georgie nunca lo quiso, sino que, tomando prestada otra voz porteña y próxima, César Luis Menotti: en tanto que la derrota es una posibilidad, la historia o las historias, también lo son.
Fue ficción lo que nos legó Borges? Es menos real el engranaje de sus laberintos y sus bibliotecas que el envoltorio de aristas intercomunicativas que provoca el movimiento del mundo? Qué papel juega el ser humano como protagonista de su destino o como simplemente mero ejecutor de éste? Como era de sospechar, Borges nos dio todas las respuestas posibles y ninguna excluyentemente simultanea. Yendo al extremo, en la prosa del maestro argentino nos encontramos con el lado aproximativamente sensual de la literatura: invención de una filosofía del lenguaje plus invención de semejanzas paralelamente infinitas. Léase, espacios metafísicos posicionados sobre dos conceptos aún por descubir: geometría, tiempo. O tal vez la geometría oculta del tiempo.
El tiempo, así considerado ex-novo y ex-nihilo, implica la existencia de una o varias memorias? Quizá sí, por mejor o quizá no, por mejor. El Dr. J McCaugh, de la Universidad de California-Irvine, ya cita el episodio Funes como valedor de sus estudios en el Dep. de Neurobiología del Aprendizaje y la Memoria. Pero, aunque cabalmente coincidamos con el enunciado (también adelantado por el propio Borges en ese relato) de que la integridad potencial de recuerdos en un cerebro nos condena a la imposibilidad de pensamiento crítico y la fuerza de dedución a partir de análisis generalizadores... si añadimos conceptos tipo tiempo transfinito, tan presente en toda la obra borgeana, sigue siendo la omnisciencia de los recuerdos una misbehaviour montruosa o, a contrario, como Ireneo Funes, ‘...revelan cierta balbuciente grandeza’??
Se sigue de toda la aritmética transfinita dos cuñas hirientes en que Borges nos instala: orden e intervalo. Detener el tiempo pasa a ser así entonces absolutamente equivalente a la infinitud de dicho tiempo. Y el hombre adquiere contenido (casi truculentamente), haciendo un simulacro de Dios, donde ‘morir es perder el presente, que es un lapso brevísimo. Nadie pierde el pasado ni el porvenir, pues a nadie pueden quitarle lo que no tiene.’ (Borges, El tiempo circular).
Ese encadenamiento de la conciencia que refiere de Schopenhauer en la continuación de ese cuento, nos lleva a la definición intuitiva de la memoria como una inferencia casual o anecdótica de la voluntad humana. El misterio sin posible ni tal vez conveniente respuesta es si esa inferencia es deseada o no deseada. Deseaba Funes memorizar absolutamente todos los microentes de la realidad o la irrealidad? Deseaba Borges, a lo El jardín de lo senderos que se bifurcan, enunciar todas las geometrías superpuestas y ramificadas que son susceptibles de abstracción en un mundo a la vez símil y disímil?
En esto habría que posiblemente diseñar un puente que permita el paso entre creación y perspectiva. Creación elementalmente artística y perspectiva postdimensional, como percutía la nostalgia borgeana. Valdría la pena recordar algunas afirmaciones del poeta y ensayista colombiano Carlos Fajardo, que evoca como Funes y como Borges la hipermnesia como valor estético del lenguaje y por ende, de la condición humana: ‘Los poetas no olvidan. Más allá de olvidar, transforman los recuerdos, los vuelven presencia, murmullo donde antes sólo había silencio. La protección de la memoria tal vez sea el sino del poeta. Su pulsión está en eternizar el instante inmediato, plenamente vivido como un todo, sea pobre o exuberante’. Pero, de nuevo y a nuestro pesar, dónde está (porque debe estar?) la intersección entre olvido y memoria??
Borges continúa en cada una de sus páginas renovando y perpetuando toda la esfera, toda la red de posibilidades. Y cada vez que lo volvemos a releer encontramos, haga lluvia o sol, el mismo y el nuevo universo.
Pensar Borges es pensar que la inteligencia humana sirve para algo, e quindi, que los hombres poseen inteligencia asociada a su propia vida. Imaginación, no menos importante que eso. Describir el pasado como si no hubiera ocurrido y retransmitir el futuro como algo ciertamente muy conocido. No voy a decir que se intente demostrar ningún aserto, Georgie nunca lo quiso, sino que, tomando prestada otra voz porteña y próxima, César Luis Menotti: en tanto que la derrota es una posibilidad, la historia o las historias, también lo son.
Fue ficción lo que nos legó Borges? Es menos real el engranaje de sus laberintos y sus bibliotecas que el envoltorio de aristas intercomunicativas que provoca el movimiento del mundo? Qué papel juega el ser humano como protagonista de su destino o como simplemente mero ejecutor de éste? Como era de sospechar, Borges nos dio todas las respuestas posibles y ninguna excluyentemente simultanea. Yendo al extremo, en la prosa del maestro argentino nos encontramos con el lado aproximativamente sensual de la literatura: invención de una filosofía del lenguaje plus invención de semejanzas paralelamente infinitas. Léase, espacios metafísicos posicionados sobre dos conceptos aún por descubir: geometría, tiempo. O tal vez la geometría oculta del tiempo.
El tiempo, así considerado ex-novo y ex-nihilo, implica la existencia de una o varias memorias? Quizá sí, por mejor o quizá no, por mejor. El Dr. J McCaugh, de la Universidad de California-Irvine, ya cita el episodio Funes como valedor de sus estudios en el Dep. de Neurobiología del Aprendizaje y la Memoria. Pero, aunque cabalmente coincidamos con el enunciado (también adelantado por el propio Borges en ese relato) de que la integridad potencial de recuerdos en un cerebro nos condena a la imposibilidad de pensamiento crítico y la fuerza de dedución a partir de análisis generalizadores... si añadimos conceptos tipo tiempo transfinito, tan presente en toda la obra borgeana, sigue siendo la omnisciencia de los recuerdos una misbehaviour montruosa o, a contrario, como Ireneo Funes, ‘...revelan cierta balbuciente grandeza’??
Se sigue de toda la aritmética transfinita dos cuñas hirientes en que Borges nos instala: orden e intervalo. Detener el tiempo pasa a ser así entonces absolutamente equivalente a la infinitud de dicho tiempo. Y el hombre adquiere contenido (casi truculentamente), haciendo un simulacro de Dios, donde ‘morir es perder el presente, que es un lapso brevísimo. Nadie pierde el pasado ni el porvenir, pues a nadie pueden quitarle lo que no tiene.’ (Borges, El tiempo circular).
Ese encadenamiento de la conciencia que refiere de Schopenhauer en la continuación de ese cuento, nos lleva a la definición intuitiva de la memoria como una inferencia casual o anecdótica de la voluntad humana. El misterio sin posible ni tal vez conveniente respuesta es si esa inferencia es deseada o no deseada. Deseaba Funes memorizar absolutamente todos los microentes de la realidad o la irrealidad? Deseaba Borges, a lo El jardín de lo senderos que se bifurcan, enunciar todas las geometrías superpuestas y ramificadas que son susceptibles de abstracción en un mundo a la vez símil y disímil?
En esto habría que posiblemente diseñar un puente que permita el paso entre creación y perspectiva. Creación elementalmente artística y perspectiva postdimensional, como percutía la nostalgia borgeana. Valdría la pena recordar algunas afirmaciones del poeta y ensayista colombiano Carlos Fajardo, que evoca como Funes y como Borges la hipermnesia como valor estético del lenguaje y por ende, de la condición humana: ‘Los poetas no olvidan. Más allá de olvidar, transforman los recuerdos, los vuelven presencia, murmullo donde antes sólo había silencio. La protección de la memoria tal vez sea el sino del poeta. Su pulsión está en eternizar el instante inmediato, plenamente vivido como un todo, sea pobre o exuberante’. Pero, de nuevo y a nuestro pesar, dónde está (porque debe estar?) la intersección entre olvido y memoria??
Borges continúa en cada una de sus páginas renovando y perpetuando toda la esfera, toda la red de posibilidades. Y cada vez que lo volvemos a releer encontramos, haga lluvia o sol, el mismo y el nuevo universo.
miércoles, 9 de abril de 2008
Poesía silenciosa. Un manifiesto
Un manifiesto más... o menos, como se quiera ver.
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Durante siglos, alguna gente, normalmente reconocida por versada, ocurrente e incluso culta, ha escrito cosas en forma de poemas. Por acabar pronto, aceptaré poema como toda forma plasmada en palabras de expresar emociones. El sumatorio y/o promedio de la metaética de valorar esas emociones es la que en definitiva ha hecho que el hombre, al menos el hombre que sabe leer, progrese. No me pidáis que diga si es bueno o no progresar.
Pecaría de sectario si dijera que quiero encuadrarme tan sólo en movimientos poéticos o creadores de una poética. Hablaré de literatura en general y de arte en extensión. De Historia de la Humanidad como paraguas en el que siempre nos refugiaremos porque, como ya estaréis sospechando, nada de lo humano nos debe ser ajeno.
Naceremos con piel de poesía, pero nada de la cultura y las relaciones interpersonales dejará de estremecernos. Y en esto, quiero, queremos, dar por una vez campo de expresión a todo aquel que tenga algo a decir. No lo olvidemos, vivir literatura, vivir lecturas, vivir historias es una forma de, mediante una aritmética simple, vivir más intensamente. Pues, digámoslo de una vez, sólo vale la pena vivir si se hace con intensidad. Por eso, la poesía, la literatura y cualquier forma de expresión artística tiene la fuerza de ofrecer gritos a quien permanece en silencio. Como diría Leopoldo María Panero, como una bien planeada oscuridad de la que saldremos cómo y cuándo nos convenga.
La poesía es palabra que abandona su letargo y su vigilia. Los poetas son espectros que se mueven sigilosos por pasadizos secretos donde nadie es extranjero. Contadme vuestra ligera esclavitud a la superficie. Habladme de vuestra bohemia relativizada a un salario nutricional. Susurradme vuestro amor a nadie, vuestro amor a todos.
Viva el malditismo!!! Forever and ever.

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Durante siglos, alguna gente, normalmente reconocida por versada, ocurrente e incluso culta, ha escrito cosas en forma de poemas. Por acabar pronto, aceptaré poema como toda forma plasmada en palabras de expresar emociones. El sumatorio y/o promedio de la metaética de valorar esas emociones es la que en definitiva ha hecho que el hombre, al menos el hombre que sabe leer, progrese. No me pidáis que diga si es bueno o no progresar.
Pecaría de sectario si dijera que quiero encuadrarme tan sólo en movimientos poéticos o creadores de una poética. Hablaré de literatura en general y de arte en extensión. De Historia de la Humanidad como paraguas en el que siempre nos refugiaremos porque, como ya estaréis sospechando, nada de lo humano nos debe ser ajeno.
Naceremos con piel de poesía, pero nada de la cultura y las relaciones interpersonales dejará de estremecernos. Y en esto, quiero, queremos, dar por una vez campo de expresión a todo aquel que tenga algo a decir. No lo olvidemos, vivir literatura, vivir lecturas, vivir historias es una forma de, mediante una aritmética simple, vivir más intensamente. Pues, digámoslo de una vez, sólo vale la pena vivir si se hace con intensidad. Por eso, la poesía, la literatura y cualquier forma de expresión artística tiene la fuerza de ofrecer gritos a quien permanece en silencio. Como diría Leopoldo María Panero, como una bien planeada oscuridad de la que saldremos cómo y cuándo nos convenga.
La poesía es palabra que abandona su letargo y su vigilia. Los poetas son espectros que se mueven sigilosos por pasadizos secretos donde nadie es extranjero. Contadme vuestra ligera esclavitud a la superficie. Habladme de vuestra bohemia relativizada a un salario nutricional. Susurradme vuestro amor a nadie, vuestro amor a todos.
Viva el malditismo!!! Forever and ever.

aaquier42222
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